viernes, 22 de febrero de 2013

¿Tu pasta de dientes tiene triclosán?

Si ya lo has mirado y es afirmativo, verás que el porcentaje es mínimo. Pero quizás hay características de este biocida que te gustaría saber.

Participa en la destrucción e inhibición de microorganismos en compañía de agentes desinfectantes.

Se utiliza no sólo en pastas de dientes, también en productos de limpieza, desodorantes; también como conservante en cosméticos; en instalaciones sanitarias, jabones quirúrgicos; en artículos como juguetes, alfombras y otros productos textiles...como curiosidad, el olor tan característico de coche nuevo es triclosán!!

Participa en la destrucción e inhibición de microorganismos, en compañía de agentes desinfectantes. Entrando de lleno en la cavidad oral,  la FDA (Food and Drug Administration) aprobó el uso del triclosan como seguro y eficaz para la prevención de gingivitis, que ya sabemos que con un descuido de la higiene aparecerá una periodontitis.

En 1998, la Agencia de Protección Ambiental de EEUU, estimó que, anualmente, se producen más de 454.000 kilos de triclosán en los Estados Unidos, y que el producto químico es detectable en las vías fluviales y en organismos acuáticos –desde las algas a los delfines– así como en la orina humana, la sangre, y la leche materna.

 Los investigadores del nuevo estudio realizaron varios experimentos para evaluar los efectos del triclosán en la actividad muscular, utilizando dosis similares a las que las personas y los animales pueden estar expuestos, durante la vida cotidiana. En el laboratorio, el triclosán afectó a la capacidad de contraerse de las células del músculo cardíaco, y las fibras musculares. En concreto, el equipo evaluó los efectos del triclosán en los canales moleculares de las células musculares que controlan el flujo de iones de calcio, creando contracciones musculares.

 El equipo también observó que el triclosán altera la contractilidad de los músculos cardiácos y esqueléticos en animales vivos: los ratones anestesiados utilizados en el estudio mostraron una reducción, de hasta un 25 por ciento, en las medidas de la función cardíaca a los 20 minutos de exposición a la sustancia química.

 El experto Nipavan Chiamvimonvat, profesor de Medicina Cardiovascular de la Universidad de California, en Davis, y coautor del estudio,  añade que, «a pesar de que el triclosán no está regulado como medicamento, este compuesto actúa como un potente depresor cardíaco en nuestros modelos».

La investigación concluye que no hay evidencia de que el triclosán ofrezca beneficios para la salud, o que los jabones antibacterianos con este producto sean más eficaces que el jabón regular. Así que con base en los resultados de su estudio, los investigadores sostienen que los riesgos potenciales para la salud exigen mayores restricciones. Hammock concluye que «aunque el triclosán pueda ser útil en algunos casos, su comercialización generalizada podría ser más perjudicial que beneficiosa».

¿A qué todo esto da mucho que pensar?





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